El autor, primero a la derecha -arriba- en Kobane, junto a mujeres de esa ciudad, luego de su liberación. |
Madre... por suerte, hay muchas
En este "día" de
la Madre me vienen a la memoria las imágenes más entrañables de mi vieja -que
hace años que se fue a algún lugar-, mi hija -que es una madre militante- y,
obviamente, la mamá de mi hija, que a su manera continúa peleando... También me
retumban en la cabeza las caras y las siluetas de esas viejas que supe conocer
allá, muy lejos, en los campos de refugiados de Cinar y Suruc, en el Kurdistán
turco -Bakur para la mayoría de sus habitantes-
¡Madres luchadoras como las que
no hay! Viejas, que como las nuestras, las "de la Plaza", son un
ejemplo monumental del mejor amor materno, el que las empujó a pelear y a
pelear como pocas: algunas portando sus emblemáticos trapos "blancos"
en la cabeza dando vueltas a una pirámide que se hizo, gracias a ellas,
universal. Las otras, con pañuelos más llamativos, porque son de múltiples
colores, cargando al hombro ese otro símbolo del amor y de su lucha por la
memoria: esas viejas aunque todavía muy eficientes kalashnikovs con las que
miles de mujeres aterrorizan a los peores representantes del patriarcado.
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