Por Juan Carlos Beica
La política de Obama para Siria no es otra que la de centrar sus ataques en la figura del Estado Islámico, ubicándolo como el “enemigo diabólico” a vencer. Mientras tanto, aprovecha para sostener al régimen sirio y negociar la sucesión de Bashar Al Assad por algún personaje un poco más potable que el dictador. De esa manera se juega a imponer un gobierno más fuerte y “legítimo” que el actual, con un nuevo presidente que, manteniendo la unidad de Siria, les garantice a los monopolios las condiciones elementales para la realización de sus negocios.
El jefe máximo de los Estados Unidos pretende conseguir lo que ya logró en Irán, donde los ayatollas abrieron las puertas del país a la voracidad de las grandes empresas internacionales, que desembarcaron masivamente para saquear sus riquezas. Para eso Obama concretó el pacto “Cinco más Uno” con Putin, el Papa y los líderes iraníes, un acuerdo con el propósito de “estabilizar” Siria e Iraq utilizando a las milicias pro iraníes de Hezbollah como fuerzas de choque de Bashar y del gobierno iraquí. (Leer toda la nota)
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