La fotografía que encabeza éste artículo lo explica todo. Nusaybin ya no existe. Entre sus ruinas hoy se han entregado las pocas decenas de personas que resistían, desde hace 74 días, el ataque brutal del ejército turco. Un asalto inhumano, desproporcionado, entre aviones (sí Turquía ha bombardeado a su población civil en pleno siglo XXI), tanques y artillería pesada contra unos centanares de civiles apenas armados con fusiles.
En Nusaybin sólo queda el silencio. El mismo silencio de toda la comunidad internacional. De ONGs supúestamente humanitarias, de la izquierda europea que sí clama por otros conflictos, de la derecha que exige en Venezuela, de los Estados Unidos que condenan a otros regímenes como el sirio y callan con el turco. Nadie ha ido a Nusaybin. Un silencio global, asqueroso, que ha cerrado los ojos a un Ghetto de Varsovia del año 2016. Del que no se sabe ni el número de muertos, ya ni se cuentan. Cómo mínimo un millar. (Leer toda la nota)
En Nusaybin sólo queda el silencio. El mismo silencio de toda la comunidad internacional. De ONGs supúestamente humanitarias, de la izquierda europea que sí clama por otros conflictos, de la derecha que exige en Venezuela, de los Estados Unidos que condenan a otros regímenes como el sirio y callan con el turco. Nadie ha ido a Nusaybin. Un silencio global, asqueroso, que ha cerrado los ojos a un Ghetto de Varsovia del año 2016. Del que no se sabe ni el número de muertos, ya ni se cuentan. Cómo mínimo un millar. (Leer toda la nota)
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