Por Carlos Amarilla
Los hechos marcan que poco a poco se le van cerrando las puertas a Erdogan. Su política fascista en Turquía está llegando a su límite, sus manotazos desesperados ya no surten el efecto inicial, su desprestigio adentro y puertas afuera es cada vez mayor. De ser la mano derecha de la OTAN e intervenir de lleno en cada estallido de la “Primavera Árabe” junto a EEUU para frenar las revoluciones a su actual aislamiento.
Su alianza sunní con Arabia Saudita, Qatar e Israel para crear y sostener a ISIS -como ejército contrarrevolucionario y para derrocar a Al Assad- terminó irritando a un sector del imperialismo, Obama y Putin, que por distintos motivos entendieron que esta liga pretendía aprovecharse de sus respectivas debilidades en beneficio de su propia agenda. Obama no puede sostener la política genocida de Erdogan para con los kurdos, que son sus más eficientes “aliados” a la hora de enfrentar a ISIS. Las decapitaciones de personas de nacionalidad estadounidense y la saña contra las mujeres y cristianos -religión oficial del Imperio- lo obligó a intervenir más activamente. (Leer toda la nota)
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