Voceros del gobierno ruso declararon que la muerte de
decenas de civiles producida por inhalación de gases químicos no fue producida
por un ataque con este tipo de armas, prohibidas por todas las convenciones
internacionales, sino debido a la “explosión de un depósito de estas” que habría
estado en manos de “jihadistas”. Entre los/as muertos/as del martes en la localidad in Khan Sheikh, se incluyen al menos veinte
niños y 17 mujeres. Representantes de “Union of Medical Care Organisations” una
coalición de agencias de ayuda internacional, dijeron que la cifra de muertos
ascendería a más de 100. De acuerdo a esta agencia, “el hospital local no estaba
preparado para recibir esa cantidad de víctimas, mayoritariamente civiles”.
Esta misma fuente explica que “es un hecho que la masacre se produjo debido a
un ataque químico, lo cual se puede advertir en los gestos de los muertos.” Aunque los rusos hayan salido a tapar la responsabilidad del
régimen, también es claro que Bashar al Assad es el responsable político de
este nuevo atentado contra su pueblo. Luego de masacrar a cientos de miles, las
tropas del gobierno – con la complicidad de Rusia, Estados Unidos y la Unión
Europea – están tratando de consolidar su poder. Los imperialistas rusos, yanquis y europeos criticaron la
utilización de este tipo de armamento, pero no porque tengan la intención de
desplazar a Bashar, sino para ponerle “límites”, de manera de garantizar la
transición a un gobierno de unidad con las fuerzas “opositoras” que se
convocaron en las reuniones de Astana y Ginebra. Los dueños del mundo, más allá de sus contradicciones,
pretenden mantener la unidad política de Siria bajo el mando del régimen
genocidad del Partido Baaz, de manera de continuar el saqueo de los recursos
petroleros mediante la explotación de los trabajadores y los pueblos de la
región, que no obtendrán su liberación sin echar a la dictadura y sus aliados.
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