Según acaba de informar la agencia oficial del gobierno turco, el ministro de relaciones exteriores de Irán -Muhammad Javad Zarfi- mantuvo una reunión a puertas cerradas con el presidente Erdogan en Ankara, la primera de estas luego del fallido intento de golpe de estado. No es casual que este encuentro se haya realizado a pocas horas de la "cumbre" entre Erdogan y el premier ruso Vladimir Putin, ya que el gobierno del AKP está tratando de "reconciliarse" con las fuerzas que están triunfando en la guerra contra ISIS y otras bandas islamitas sostenidas por el bloque "sunnita", conformado por Turquía, Arabia Saudi, Qatar, Israel y una fracción del Partido Republicano de los Estados Unidos.
Erdogan no solo hace esto como una reacción defensiva, sino también para ponerse de acuerdo con sus rivales en un punto que los unifica: la lucha contra el pueblo kurdo y la Revolución de Rojava, cuyos efectos amenazan con desestabilizar al conjunto de las dictaduras de Medio Oriente. Por eso, tampoco es una casualidad que en el encuentro con Putin, el presidente turco haya mostrado una mayor predisposición para aceptar la continuidad del régimen del partido Baaz en Siria, que está siendo apoyado por Rusia, Irán y Obama. En este marco, reconfigurado por el retroceso de las pretensiones turcas de reconstrucción del viejo imperio Otomano y las derrotas de Estado Islámico en Manbij y otros frentes, el pueblo kurdo deberá enfrentar a esta nueva alianza contrarrevolucionaria.
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